No es tarea fácil elaborar, y menos aún acordar, propuestas de diversa índole para un territorio. Más todavía en uno tan extenso como el que integra la región de Aysén. La multiplicidad de variables involucradas, donde incluso se cruzan diversos y, en ocasiones, divergentes anhelos a plasmar, abre ilimitados posibles escenarios a construir. Una estrategia de desarrollo no es un ejercicio sólo
técnico-económico, es esencialmente político al anclarse a visiones de sociedad. Son ellas las que sientan las bases del mañana que viviremos. Son ellas las que le dan legitimidad.